Rather than love, than money, than faith, than fame, than fairness... give me TRUTH.


9 de octubre de 2010

"En los casos de amor desesperado siempre pasan estas cosas, ¿no? El amor desesperado consiste en inventarse un personaje, exigir a la persona amada que lo represente y hundirse en la miseria cuando se niega a convertirse en ese ser de ficción.
Ante su falta de atención cada vez mayor yo empecé a sufrir unas consecuencias fácilmente previsibles. La adicción es típica en todas las historias de amor basadas en el encaprichamiento. Todo comienza cuando el objeto de tu adoración te da una dosis embriagadora y alucinógena de algo que jamás te habías atrevido a admitir que necesitabas --un cóctel tóxico-sentimental, quizá de un amor estrepitoso y un entusiasmo arrebatador--. Al poco tiempo empiezas a necesitar desesperadamente esa atención tan intensa con esa ansia obsesiva típica de un adicto. Si no te dan la droga, tardas poco en enfermar, enloquecer y perder varios kilos (por no hablar del odio a quien ha fomentado la adicción, pero que ahora se niega a seguir dándote eso tan bueno, aunque sabes perfectamente que lo tiene escondido en algún sitio, maldita sea, porque antes te lo daba gratis). La fase siguiente es la del adelgazamiento y el temblequeo en el rincón, sabiendo que venderías el alma o robarías a tus vecinos con tal de probar eso una sola vez más. Mientras tanto, a tu ser amado le repeles. Te mira como si no te conociera en absoluto, como si jamás te hubiera amado con una pasión fervorosa. Lo irónico del asunto es que no puedes echarle la culpa. Porque, vamos, mírate bien. Eres un asco, un ser patético, casi irreconocible ante tus propios ojos.
Ya está. Ya has llegado al destino final del amor caprichoso: la más absoluta y despiadada devaluación del propio ser. "

No hay comentarios.:

Publicar un comentario


Bye