Rather than love, than money, than faith, than fame, than fairness... give me TRUTH.


5 de octubre de 2010

Hoy es 29 de Septiembre de 2010. Mañana cumplo dieciocho años. El año que viene empiezo la facultad, el mes que viene me anoto. No tengo miedo, estoy ansiosa. Se que siempre dije que no quería crecer, y sigue siendo así. En realidad no quiero perder, no quiero dejar de pensar como pensaba ayer. Quiero cosas nuevas que convivan con las viejas. Quiero ser la de hoy y la de antes y la de más allá. Por eso escribí tanto durante tan poco tiempo. Por eso me dediqué a guardar recuerdos de todo. Cada vez que leo lo que escribí hace dos, tres, cuatro años, me transporto a esos tiempos. Ecos de antes que retumban en mis oídos. Siento como si estuviese otra vez en ese momento, como si la herida estuviese sangrando otra vez, como si las risas renacieran de nuevo.
Mis escritos me ayudaron o más bien fueron cómplices de esta locura mía por congelar todo lo vivido, por no olvidar nada. Aromas, palabras, miradas, abrazos, risas, llantos. Todo lo siento como si fuese hoy. Creo que logré lo que quería.
Cuando era chica pensaba en mi a los dieciocho y me veía gigante. Pensaba que cuando cumpliera la mayoría de edad, incluso antes, iba a ser una mujer madura, iba a tomar decisiones propias. Surgió en mí en ese momento una sensación de vacío que me llevó a ser como soy. Sentí que iba a ser olvidada, borrada de mi propia memoria. Sentí que el amor que sentía en ese momento, las risas que había soltado y los abrazos que había dado, iban a desaparecer, como si nunca hubiesen existido. Sentí la necesidad de advertirle a mi yo futura que no se olvidara de mi, que no tirara a la basura todo lo que para mi era importante. Así empecé a plasmar sobre las hojas todo lo que me marcaba, fuese malo o bueno. Me fui dando cuenta que era una excelente forma de descarga pero no me di cuenta que me estaba encerrando aún más en mi. Los cuadernos llenos de pensamientos eran más amigos mios que mis propias amigas, que mi familia. No se por qué, y tendría que charlarlo con Vilma, siempre tiendo a esconderme en mi misma, a confiar ciegamente en mi y dudar de los demás. Es esto lo que me lleva a sentir soledad todo el tiempo, es lo que hizo mi vacío aún más grande.
Ahora que crecí y que finalmente llegué a la edad temida, me doy cuenta que no me olvidé. No es que sigo enamorada de mi primer amor platónico, ni sigo queriendo a mis amigas de esos tiempos como las quería. No es que me mantuve intacta todos estos años. Cambié, elaboré nuevos mecanismos de defensa hacia esta vida que no me cae bien, empecé a disfrutar de cosas nuevas y forjé mis propias ideas y mi propia visión del mundo en el que estoy parada. Pero aun así, cuando me siento a leer lo que escribí, ya sea ayer o hace cuatro años, puedo recordar como me sentía y como las personas que pasaron esos momentos conmigo me marcaron sin lugar a dudas. Soy una mezcla de todas mis relaciones. Cada vez que me peleaba con una amiga, aprendía algo nuevo, maduraba en ciertas cuestiones que ahora son parte de mi. Cada vez que tocaba fondo y no soportaba más una situación, me hacía más fuerte. Yo se que esto le pasa a todas las personas, pero no se si todos se sentaron a pensar seriamente en esto. Yo lo hice y por más que a veces me deteste por ser así, me alegro de haberlo hecho. Me alegra poder cruzarme con una ex amiga y que quizá ella ni me registre, o este pensando en otra cosa, y que a mi me salga reírme y sienta ganas de abrazarla o decirle gracias.
Obviamente esto tiene sus contras. Entre ellas, el repetir cosas, situaciones, aceptar que el pasado invada el presente y cometer errores evitables. El aferrarse al pasado cada día de tu vida. Llorar todas las noches por lo que se perdió y no poder ver lo construido sino hasta años después cuando ya nada de eso te hiere. No puedo decir que esta bueno extrañar personas que ya no están, y cuando digo extrañar lo digo con toda la fuerza que esa palabra conlleva. Es culparte, lastimarte y llorar desesperadamente por haber perdido algo que te hacía feliz. Es estar totalmente cegada sin poder ver que quizá ahora eso que ya no está no te haría nada bien. Es olvidarte de todo lo que tenés y sentir que estas vacía. Es estar convencida de que si lo que tuviste se perdió entonces lo que tenés va a desaparecer. Es no poder confiar en ninguna promesa. Es sentir que sos la única que puede ver toda la imagen completa.
Pero yo, a pesar de todo eso, no quiero cambiar. Me alegro de ser quién soy. No me gustaría andar por la vida remplazando personas por otras ni situaciones. Me gustaría de acá a treinta años, acostarme en mi cama y poder recordar con exactitud como se sentía estar abrazada a mi primer amor, cuan feliz me hacía escuchar mi banda favorita, cuanto me gustaban las charlas por teléfono con mi mejor amiga.
El problema es que hace un tiempo que no escribo. Me cuesta muchisimo. Es como si quisiera que este presente pase desapercibido. Como si intentara con todas mis fuerzas de olvidármelo. No se bien por qué, hoy es mejor que ayer en muchos aspectos, y sin embargo ya no siento la necesidad de guardar cada momento. A veces escribo algunas cosas pero más como una descarga. Quiero seguir escribiendo, quiero que, en unos años, otros me lean y sepan realmente quien soy y qué me trajo hasta acá.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario


Bye